viernes, 28 de noviembre de 2008

Las buenas y las malas

Las malas están hechas mierda.
Las buenas, siempre bien maquilladas.
Las malas son cuatro de copas.
Las buenas, la frutilla del pastel.
Las buenas son formales
correctas corteses prestigiosas.
Las malas, minas y tipos guachos,
criticadas, jodidas y roñosas.

A las malas nadie las quiere
aunque siempre están, muy compañeras
sobre todo si uno se acaba de golpear el codo
o si se está a punto de perder la cabeza.
Marginadas como los ranchos, mal vistas.
Nunca en las reuniones, ni en las iglesias
ni en los consultorios, ni cartas
ni órdenes de pedido, ni actas
ni declaraciones.

A las buenas las andan llamando.
Decorosas, virtuosas:
Internacionalización, privatización,
postmodernidad, protocolo y ceremonial.
Todos las quieren en su repertorio
así dan cuenta de un alto nivel.
Las otras, pisoteadas por el suelo
nunca son de las señoras bien.

Las buenas y las malas
son todas de las mismas.
El muy necio del hombre
prefiere creer que no
y las castiga obligando la distinción.
Algún día entenderá
que si las malas fueran malas
saldrían de las bocas que las dicen
o de los papeles que las atrapan
y le darían una terrible patada en el culo.

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